martes, 26 de junio de 2012

La esperanza empieza por la realidad

Confieso que cierro los ojos en misa para calmar mi inquieto espíritu de la distracción. Cuando la homilía de la misa me capta, me capta incluso en la mirada... profunda atención o profundo sueño. El cansancio pocas veces me ha vencido.

He tenido la oportunidad de conocer a muchos sacerdotes y escuchar sus homilías y descubro que pocos realmente se interesan por hacer profundizar un mensaje a los fieles para generar personas que logren mejorar este mundo. Y la forma... ¡ja! ¡este temita tan complejo!

Contenido.

Unos muy muy flojitos. Casi llegan a leer otra vez el Evangelio y demás textos. Conozco uno que simplemente a cada párrafo le agregan "recuerden que Dios es amor y por eso nos dice que..." Desde que lo veo venir a presidir la misa, ya empiezo a pecar por indisposición. En este tipo de celebraciones, permítanme decirlo, a veces pienso que el Señor me adormece para dejar de criticar la falta de carnita en el mensaje. Nunca falta el codazo de quien me acompaña.

Otros se quedan en el cielo. Sí, se meten a tal nivel de profundización externa, que los de adentro de este mundo no entendemos. Son aquellos que hablan de Cristo en una forma muy lejana para mis hermanos y para mí. No hablan de lo que se vive en la actualidad, no hablan de ideas, no hablan de cómo ser mejores cristianos (y por eso no genera mejores ciudadanos)... se quedan en el cielo donde todo es bonito pero olvidan que la esperanza empieza siempre desde la realidad.

Y están los que me mantienen despierto. Esas predicación sí que me fascinan. Tocan temas de interés tanto personal como comunal y provocan que uno se ponga las pilas. Hablan del Evangelio con tanta fuerza y en una forma tan cercana a mi vida que empiezo a meditar la o las ideas de la semana. Incluso, hasta me da por estar repitiendo las frases en forma enfática a la persona de confianza que tengo a la par. Más de una vez me han dado un codazo pa que me tranqulice. Y cuando salgo de misa voy con un "chip recargado" que permite hacer el llamado a otras personas.

La forma.

¡Qué temita más complejo! En la viña del Señor, hay campo para todos.

La forma en que se llegan a expresar algunos sacerdotes llega a ser un poco elevada, permite ver que predican para una élite realmente preparada. Sí, élite... son muuuy pocos. Utilizan lenguaje complejo, no desarrollan bien para los que entendemos con chayotes y papas. Mal hacen cuando el lenguaje no es para el pueblo, pero hacen más mal cuando al pueblo se le niega el derecho de aprender más. Usan términos doctos pero no explican el significado. Olvidan que muchos llegan a misa por primera vez (sea presencial, sea integral). En casos como estos, al salir de misa, he dado gracias a Dios que nadie pide que explique lo que entendí, porque tendría que utilizar la comparación de un niño que trata de ver qué pasó en un tumulto... pudo estar, pero no vio ni entiendió lo que sucedió, salvo que alguien llegue y lo levante para que vea.

Pero el tema del lenguaje es una parte. El tono de voz los descuidan y se empeñan en que la gente no les ponga atención... al punto en que tampoco se percatan del movimiento que hace la gente para acomodarse en la banca, signo de estar incómodos. ¿Faltos de fe? Probablemente. Y lo incómodo empieza cuando no entendemos o no queremos algo.

De los equipos de sonido mejor no les comento. Esto es tortura de la más alta tecnología.

Pero el peor de todos es el que grita en misa.
El cura que le da por gritar en misa, creo que pierde gente y los que nos quedamos nos llega a desconcentrar. Llega a ser como el mal amanzado que toca el pito en una presa. Uno no lo soporta.

La sociedad nos lleva a gritar. Sí, hay casas donde la gente se grita, entre oficinas nos gritamos, en las calles nos gritamos y cuando uno llega a buscar el consuelo en la casa de Dios lo que menos quiere que el cura haga, es que le grite.

Me he acercado a varios curas a preguntarles por qué gritan y me han respondido de todo: para que la gente no se duerma, para llamarles la atención, porque es sordo y hasta me han dicho que es para que el evangelio llegue a todas partes... en fin.
Lo que pasa es que al final, se cumple aquel cuento que decía que la gente se grita porque los corazones se encuentran lejos. Y si lo  que se quiere es que la gente acoja el mensaje, siempre hay que acercar el corazón.


Conclusión

Es importante perder el miedo a conversar. El cura, déjenme decirlo así de limitado,  debe conversarle al pueblo en sus homilías. Y usted, acérquese al cura y dígale lo bueno y las sugerencias que tenga. No olvide que son personas y que pueden tener alguna circunstancia que les esté afectando la vida celebrativa. Si le da miedo conversarlo de frente, envíele un correo electrónico o llámelo.

Pero haga algo.Al final, puede que su inquietud sea la misma que el de otras personas. Si no se cree en el mensajero, difícilmente se puede creer en el mensaje que trae.



lunes, 17 de octubre de 2011

"Ahora soy el sagrario"


Caminaba directo al altar a recibir el cuerpo de Cristo y detrás del sacerdote vi el sagrario, ese cajoncito donde guardan el pan consagrado. Llegó mi oportunidad. “Cuerpo de Cristo ” me dijeron. “Amén”, respondí con una leve sonrisa. Confieso que me alegra la vida el poder comulgar. Además, es un reto personal el mantenerme con esa disposición.

Cuando di vuelta para irme a sentar, en mi interior surgía una frase … “ahora soy el sagrario”. Me quedé estupefacto ante tal afirmación. Quedé dándole vueltas a esta idea perturbadora mientras terminaba la misa.

El sagrario es el lugar donde se guarda a mi Señor. Frente al cajoncito, en todas partes del mundo, miles de personas llegan a pedirle ayuda a Dios. Muchos buscan paz, encuentran consuelo, plantean sus enojos, cuentan sus intimidades, encuentran respuestas.

Ahora soy el sagrario”. Esta frase impactante resonaba en mi mente.

Uno solo quiere estar en Cristo, reflejarle. Si el César acuñó su cara en las monedas, yo quiero ser moneda donde Dios acuñe su cara. Ser rostro de Cristo. (Mateo 22,15-21)

Y cuando leo lo que la Iglesia ha puesto en el Magisterio, entiendo que quienes me rodean también hacen el esfuerzo para reflejar a Cristo, pero que Cristo siempre se refleja en quienes me rodean.

Cada buena acción que haga para hacer el bien, haciéndolo bien, es porque Dios, lo mínimo que regala para lograrlo  es amor.

Y en el amor es donde uno puede compartir momentos para transformar angustias , guerras, enojos, preguntas. Uno realmente puede transformar vidas si se deja acompañar por Dios.

Con el regalo de Dios, uno puede ser el sagrario de Dios.

jueves, 22 de septiembre de 2011

¿Cómo leo la biblia?


Leer la Biblia es algo que  algunos
 disfrutan. En lo personal, es un reto 
que  siempre debo superar
 cada vez que lo hago.



Usualmente leer la Biblia me es muy aburrido en dos sentidos: el primero porque los temas religiosos pueden ser sofocantes y el segundo, porque no conozco mucho de ella.

Lo que hago para leer la Biblia es tratar de usar un procedimiento que algunos llama “lectio divina”, pero como no me gusta usar palabras que no están en español, yo prefiero llamarle “a la escucha del Maestro”.

Lo primero que hago es buscar mi Biblia, la cual generalmente está en el escritorio de mi cuarto, al lado derecho. Si no está ahí, puede que desista del intento pues no sé donde podría estar.

Busco acomodarme bien en la silla. Casi siempre hago que el estómago me pegue al escritorio y el respaldar de la silla lo más cercano a la espalda.

Uso los “bibliazos”, es decir, abro la Biblia y lo que me encuentre en el momento, ahí me quedo. Lo primero que me pregunto es ¿qué dice el texto?. Este ejercicio me hace analizar la situación y los personajes que aparecen en el pasaje bíblico. Confieso que más de una vez he quedado “bateado”. Si esto ocurre, entonces busco los libros de apoyo bíblico, leo los comentarios que trae la misma Biblia, busco en internet… o simplemente, hago otro “bibliazo” si el asunto es muy complejo.

Terminada la comprensión de lectura, la segunda pregunta que me hago es ¿qué me dice el texto?. Sí, suena raro pero lo raro siempre se vuelve interesante. Siempre logro imaginarme a los apóstoles con cara de tontos cuando no entendían las parábolas de Jesús. El ejercicio de la segunda pregunta es para prometerme no mostrar la misma cara de los apóstoles.

Encontrarme con el texto, me implica buscar la frase que más me llama la atención. Esto es un torbellino de ideas, pues hay momentos en los que me identifico con un personaje o algún objeto, o alguna situación. Si quiere leerlo en una forma más romántica, se trata de encontrar esa frase o esa palabra que me pone a palpitar el corazón en forma distinta… aquella que me deja pasmado. Repito, implica que me impacte mucho pero me prometo constantemente no quedar con cara de tonto. Los “caretontos” realmente me aburren y para serle sincero, cuando hago este segundo paso, lo que busco es encontrar un poco de sabiduría.

Ahora bien, lo que sigue es preguntarme ¿qué digo yo frente al texto? Trato de analizar todo lo anterior, darle interpretación y buscar ejecución. No se vale solo orar, hay que actuar. Esa varita de rezar y rezar y rezar sin hacer nada por uno y por los demás es sencillamente hacer nada.

En el fondo es hacer de la Palabra, vida. Por eso busco leer la Biblia en la noche, para que el tiempo que me quede, quede solo para eso, para encontrarme con la Palabra de Dios y buscar darle sentido constructivo en mi vida y en la de los demás. Finalmente, cierro la Biblia, la coloco al lado derecho de mi escritorio  y me voy a dormir.
Suele ocurrir que me acuesto y aún la frase me da vuelta en el pensamiento. Ahí siguen las ideas surgiendo y me voy forjando mi propio plan, porque como dice un apreciado amigo, Marco Vinicio Zamora, “quien no se forja su propio plan, termina siendo parte del plan de otros”.

domingo, 8 de agosto de 2010

Lucas 12, 32-48

32 «No temas, pequeño rebaño, porque a vuestro Padre le ha parecido bien daros a vosotros el Reino.

33 «Vended vuestros bienes y dad limosna. Haceos bolsas que no se deterioran, un tesoro inagotable en los cielos, donde no llega el ladrón, ni la polilla;
34 porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.


35 «Estén ceñidos vuestros lomos y las lámparas encendidas,
36 y sed como hombres que esperan a que su señor vuelva de la boda, para que, en cuanto llegue y llame, al instante le abran.


37 Dichosos los siervos, que el señor al venir encuentre despiertos: yo
os aseguro que se ceñirá, los hará ponerse a la mesa y, yendo de uno a otro, les servirá.
38 Que venga en la segunda vigilia o en la tercera, si los encuentra así, ¡dichosos de ellos!

39 Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora iba a venir el ladrón, no dejaría que le horadas en su casa.
40 También vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre.»


41 Dijo Pedro: «Señor, ¿dices esta parábola para nosotros o para todos?»
42 Respondió el Señor: «¿Quién es, pues, el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para darles a su tiempo su ración conveniente?

43 Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así.
44 De verdad os digo que le pondrá al frente de toda su hacienda.
45 Pero si aquel siervo se dice en su corazón: “Mi señor tarda en venir”, y se pone a golpear a los criados y a las criadas, a comer y a beber y  a emborracharse,
46 vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le separará y le señalará su suerte entre los infieles.
47 «Aquel siervo que, conociendo la voluntad de su señor, no ha preparado nada ni ha obrado conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes;
48 el que no la conoce y hace cosas dignas de azotes, recibirá pocos; a quien se le dio mucho, se le reclamará mucho; y a quien se confió mucho, se le pedirá más.

Palabra del Señor

---------------------------------------------------------------

Invocación al Espíritu Santo.

En  este momento, te pedimos entendimiento para que tu encuentro nos marque la vida y nos haga actuar, con más fuerza cada día. Que tu Santo Espíritu ahonde en nuestro corazón para poder comprender tu Palabra, que nos llena siempre de vida. Amén

¿Qué dice el texto? ( Lo analizo) Comprensión de lectura:


Jesús al parecer está solo con sus discípulos.  Su mensaje es sobre la bondad del Padre de darles el Reino, por lo que les ha pedido prepararse estando alerta frente a las tareas que a ellos les corresponde.  En primer lugar les pide que se despojen de lo que pueden perder y que llenen el corazón de la riqueza de Dios.

Dios se complace en que sus siervos estén atentos a su llegada. Se congratula con ellos y se pone también a su servicio.

Pedro no tiene claro hacia quién va dirigida la parábola. Jesús le habla sobre la administración  de lo que le ha sido dado y le pide compartirlo sin restricción. Así se le pedirá cuenta de su responsabilidad.


¿Qué me dice el texto? ( Lo reflexiono) Ver nuestra vida a la luz de la Palabra

"Dios, me hablas y me exiges. Descubrir que me has regalado la vida y junto a ella el Reino ha sido una experiencia inolvidablemente enriquecedora. Tu gracia es primero que mi interés. Me das la capacidad para poder asumir los retos que se me presentan en la vida."

Para esto, tengo que estar preparado. Existen muchas cosas que no conozco y muchas a las que me tengo que enfrentar, de ahí lo importante de estar listo.

Mi corazón tiene que purificarse más hacia Dios. Tengo que abandonar lo que perece y llenarlo de lo que no puede ser quitado: el amor de Dios.

Esta responsabilidad implica el compartir con los demás. No puedo ocultar lo que me han dado para administrar, al contrario, tengo que ponerlo al servicio de los demás. Si Dios me ha dado mucho, mucho es lo que tengo que repartir. Lo más intenso es que mis manos no quedarán vacías.

Ya lo decía Santa Teresa del Niño Jesús: “nada te turbe, nada te espante…Dios no se muda… Quien tiene a Dios, nada le falta, solo Dios basta.”

Mis decisiones tienen que reflejar a Dios presente en mi vida. Lo que no he hecho bien,  Dios me da en este momento más chance para corregirlo y para asumirlo con valor.

Dios es bueno. A pesar de ser mi Señor, Él llega a servirme en los momentos que más necesito. Él nunca se deja pasar por desapercibido. Por eso, siempre me invita a comer del Pan de Vida Eterna. Jesús, es quien me sirve en la mesa.... a pesar de ser yo su servidor.

Si se me ha dado todo, todo se me pedirá. Dios no pide mucho, lo pide todo.
Yo quiero estar preparado para darlo todo.



¿Qué me hace decir el texto? (Voy a actuar) Para ser eficientes.

La Palabra de Dios se hace vida en nuestra vida con las acciones que me proponga a hacer desde lo vivido en el diálogo que tuve con Él. Por eso me he propuesto:

  • Ayudar a un amigo durante tres días en las tareas que más se le dificultan, esto me permitirá poner en servicio la administración del don que me ha dado Dios.
  • Dedicar más tiempo en la oración que hago con Dios  en forma diaria. Durante cuatro días iré a una capilla o iglesia a compartir al menos 15 min con Él. Cinco minutos serán dedicados para leer los textos del día. Cinco para meditarlos y cinco para presentarle mi agradecimiento y mis peticiones. Esto me permitirá estar más preparado en el día frente a mis quehaceres, poniendo la Palabra de Dios como base.



Acción de gracias


Señor te doy gracias por el don de la vida, por mantener con salud a mis seres queridos, por no desampararnos en momentos difíciles, por protegernos de los peligros.

Gracias por las experiencias que me has regalado, sé que me forman experiencias donde he dejado lágrimas de dolor y de felicidad, en donde he aprendido que tengo que perdonar aquellas personas que no saben lo que hacen. Vivo ejemplo el de tu gran oración al Padre.

Además en este año he conocido personas que están dispuestas a seguir tus pasos, quiero contagiarme de su gran vivir. Por conocer más de tu Palabra, analizarla, meditar y dejarme una acción pendiente, por hacer, tratar de ser mejor como Cristo.

Amén.


* Agradezco a Beatriz Badilla por compartir este espacio conmigo

viernes, 23 de julio de 2010

Alístese y enlístese!


¡¡¡Qué gran cantidad de cosas hay que hacer!!!

Nuestra condición como creyentes en Cristo, nuestro Salvador, nos permite no solo sabernos hijos de Dios, sino también sentirnos como tal.

Este conocimiento vivido, hace que no nos podamos quedar estaticos frente a las miles de urgencias materiales y espirituales que pasan nuestros hermanos en sus vidas e incluso, nosotros mismos.

Tenemos que pensar en nosotros y en los demás. Es hora de levantarnos frente a las necesidades que tenemos para que nuestra fe se muestre con verdaderas obras de amor.

El país necesita de Usted. Dios le ha capacitado para que pueda ofrecer la ayuda necesaria. Busque en su parroquia cómo puede colaborar, anímese a hacer voluntariado en las distintas organizaciones que existen y trate de ver que también el rostro de Cristo se vuelve más visible cuando nos ayudamos a nosotros mismos ayudando a los demás.

La lista es enorme: hay que dar de comer a los hambrientos (de pan y de amor), hay que vestir al que no tiene (principalmente con el vestido de su dignidad), hay que aprender que podemos ser santos (si nos lo proponemos), hay que volver a aprender a enamorarse (de las personas y de las buenas causas), hay que atender la idea de no dejar pasar a Dios por desapercibido, también tenemos que construir juntos el país (empezando por nuestra propia casa y extendiéndonos hacia nuestros vecinos)...

Todo lo anterior podríamos resumirla en la gran tarea que tenemos como hijos e hijas de Dios: hay que aprender a profundizar en nuestro corazón, la Palabra de Dios y ponerla al servicio de los demás

Vamos, anímese! hay mucho que hacer!! Y usted es el primero que puede gritar con fuerza ¡YO QUIERO y YO PUEDO!

¿Sabe por qué? Porque Cristo simplemente te ama. Vaya este domingo a misa. Él te espera.

lunes, 22 de febrero de 2010

La simpleza de la fe…

Una señora muy pobre telefoneó para un programa cristiano de radio pidiendo ayuda, pues no tenía nada que comer.
Un brujo del mal que por casualidad oía el programa consiguió su dirección, llamó a sus secretarios y ordenó que compraran alimentos y los llevaran hacia la mujer, con la siguiente instrucción:

Cuando ella pregunte quien mandó estos alimentos, respondan que fue el DIABLO

Cuando llegaron a la casa, la mujer los recibió con alegría y fue inmediatamente guardando los alimentos que le llevaron los secretarios del brujo. Al ver que ella no preguntaba nada, ellos le preguntaron: ¿Señora no quiere saber quién le envió estas cosas? La mujer, en la simplicidad de la fe, respondió:

- No, hijito... No es preciso.

Cuando Dios manda, hasta el diablo obedece!

(anónimo)



.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Iniciar la Cuenta a Cero


Inicio la cuenta cero. Curiosa la frase, esa que lleva a todo llegando a nada.
Inicia la acción cuando llegas al número cero o a la situación exacta… esto es cuando ya no hay nada que hacer. (conste que no estoy diciendo conjunto vacío)

Esto me pasó cuando llegué al último salmo de la Biblia. Y mientras me leían una reflexión para participar, en mis adentros me preguntaba ¿y ahora qué, no podremos cambiar al salmo que sigue? Este salmo habla de alegría con miles de instrumentos para alabar a Dios. Detrás del telón de mi mirada solo sentía tristeza y en mis limitaciones, no podía entender eso de alabar a Dios.

Instrumentos y más instrumentos para orquestar una alabanza a Dios se enfrentaban frente a emociones y más emociones en mi interior.

Esto no es ajeno a mi vida… ordenar varios instrumentos para lograr melodías mientras estoy triste, se me hace muy pero muy difícil. Es angustioso. La desesperación llega en momento cero (es decir, en cualquier momento).

La invitación del Señor durante mi lectura del salmo 150 es que lo deje a Él ser el director de la orquesta. Sí, soy hábil para hacerlo, y me convence a intentarlo… pero me enseña a que Él puede hacerlo mejor.

Me pide que me deje llevar en su humildad (probablemente vio discapacitada la mía) para poder enseñarme la orquestación del y con amor, donde cada sonido forjador de obras, se logra pensar, sentir y vivir en conjunto, no en soledad.

Me enseña además que durante la obra, puede haber “solos”… intensos, emotivos, desgarradores, pero que los “solos” no son la obra en sí.

Me invita a renunciar a lo que puedo pero no quiero, a lo que quiero pero no puedo y me exige renunciar a soñar en lo que ni puedo ni quiero.

Pero me propone que lo haga no en forma abismal… sino en la forma paulatina en la que todos los instrumentos suenan estrepitosamente y que van silenciándose de la forma más sublime y serena. Tal como cuando termina una obra musical orquestada en vivo y uno queda inhalando aire con la boca teniendo los pulmones llenos y siente un hueco en el estómago.

La hora cero lleva a la acción porque no queda más que hacer… solo tomar la rienda y realizar la acción que cambie el resultado.

Yo, he cambiado la dirección. Ahora, otro es el director.



10 setiembre 2009