jueves, 10 de septiembre de 2009

Iniciar la Cuenta a Cero


Inicio la cuenta cero. Curiosa la frase, esa que lleva a todo llegando a nada.
Inicia la acción cuando llegas al número cero o a la situación exacta… esto es cuando ya no hay nada que hacer. (conste que no estoy diciendo conjunto vacío)

Esto me pasó cuando llegué al último salmo de la Biblia. Y mientras me leían una reflexión para participar, en mis adentros me preguntaba ¿y ahora qué, no podremos cambiar al salmo que sigue? Este salmo habla de alegría con miles de instrumentos para alabar a Dios. Detrás del telón de mi mirada solo sentía tristeza y en mis limitaciones, no podía entender eso de alabar a Dios.

Instrumentos y más instrumentos para orquestar una alabanza a Dios se enfrentaban frente a emociones y más emociones en mi interior.

Esto no es ajeno a mi vida… ordenar varios instrumentos para lograr melodías mientras estoy triste, se me hace muy pero muy difícil. Es angustioso. La desesperación llega en momento cero (es decir, en cualquier momento).

La invitación del Señor durante mi lectura del salmo 150 es que lo deje a Él ser el director de la orquesta. Sí, soy hábil para hacerlo, y me convence a intentarlo… pero me enseña a que Él puede hacerlo mejor.

Me pide que me deje llevar en su humildad (probablemente vio discapacitada la mía) para poder enseñarme la orquestación del y con amor, donde cada sonido forjador de obras, se logra pensar, sentir y vivir en conjunto, no en soledad.

Me enseña además que durante la obra, puede haber “solos”… intensos, emotivos, desgarradores, pero que los “solos” no son la obra en sí.

Me invita a renunciar a lo que puedo pero no quiero, a lo que quiero pero no puedo y me exige renunciar a soñar en lo que ni puedo ni quiero.

Pero me propone que lo haga no en forma abismal… sino en la forma paulatina en la que todos los instrumentos suenan estrepitosamente y que van silenciándose de la forma más sublime y serena. Tal como cuando termina una obra musical orquestada en vivo y uno queda inhalando aire con la boca teniendo los pulmones llenos y siente un hueco en el estómago.

La hora cero lleva a la acción porque no queda más que hacer… solo tomar la rienda y realizar la acción que cambie el resultado.

Yo, he cambiado la dirección. Ahora, otro es el director.



10 setiembre 2009